Hoy, después de realmente tanto tiempo, no sé lo que
realmente me impulsa a llenar una nueva entrada. Bueno, realmente sí que lo sé,
quiero hacerte sonreír como a mí me gusta.
Bien es verdad que ahora mismo no es que sea un gran momento
para ponerse romántico: Exámenes, días, apuntes y tiempo, sobre todo tiempo,
tiempo robado de viernes y sábados que están por llegar, teñidos por la fina
neblina de los nervios y la impaciencia por que llegue ese lejano 27 de junio,
el recuerdo del 28 por la noche y el 30, el día en que... en fin, El día.
Soy repetitiva y empalagosa, y lo peor es que lo sé, pero me
gustaría decirte tantas cosas que no me queda otra que desembocar en un
glaseado melodrama, pues tanto tiempo entre líneas y folios da para pensar mil
cosas: Desde el momento en el que empezaste a llamar mi atención, echarle la
culpa a un capricho o el estrés en tu caso, cerrar los ojos y pensar en ti
empezó a ser lo normal aunque no debería, sentir accidentalmente la suavidad
del tu piel en plena carrera cuadriculada... Y míranos ahora,
compartiendo cientos de centímetros de piel, dedos entrelazados en plena clase,
un beso descarado ante toda la gente que pasea por el Centro, una sonrisa, una
mirada, tras otra, y cerrar los ojos y pensar en ti como algo normal.
Hoy me gustaría retomar a aquella plaza ¿Recuerdas? Aquella
plaza donde el tiempo se detiene aunque a veces sea necesario una carrera
contra las agujas del reloj, y quedarnos allí en silencio, que hablen nuestras
manos en un contacto no accidental, una mirada a propósito, un beso cumplido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario