viernes, 22 de julio de 2011

Día 11 - 1001/Planetarium

Mil y un pensamientos que recorren mi cabeza en tan sólo un par de segundos: Viene el autobús, debe de ser el último, tengo que cogerlo, espera, no, no quiero irme, no puedo irme, pero es el último, aún no, quiero besarte, que bonita sonrisa, acaba de abrir las puertas, ¿Sólo un beso?, quiero más, sube, quiero más besos, maldito autobús, es el último, mañana pasamos la noche juntos, necesito despedirme, labios tiernos y dulces, me encantan, me encantas, va a arrancar, cierro los ojos y me pierdo, abrazame, no dejes que me vaya, pero debo hacerlo, te quiero, odio vivir tan lejos, te quiero mucho, sonríe, es todo tan perfecto, tengo que subir, quiero volver a abrazarlo, es el último, lo siento, te voy a echar de menos, ahora hablamos, más besos, mañana, no, ahora, te amo, adiós.


 Sopla el cierzo, fuera hace frío, fuera, no entre tus brazos, en este nuestro abrazo, es un abrazo distinto, un abrazo que debería permanecer al margen de cualquier segundo, minuto y hora, un abrazo que podría haber sido eterno, eterno y más... Vals de cuerpos que parece que no se mueven, pues la danza se desenvuelve por dentro, sentimientos, recuerdos y un beso tras otro.
El tiempo, sin embargo, juega en nuestra contra, la eternidad progresa día a día, hoy te quiero, mañana más y así sucesivamente, ahogando los días en un mar de intachable perfección, de abrazos intrínsecos a cada instante que pasamos juntos, pues aunque corramos contra las agujas del reloj, su carrera hace que sea posible volver a vernos, su carrera nos da recuerdos, como el de este abrazo, en el que me pierdo, respiro, cierro los ojos, y me parece oler tu pelo, sentir tus labios, tu sabor.
Hoy cerraré los ojos y mis sábanas serán tu cuerpo, mañana al despertar quedará menos para que tal ensoñación deje de serlo.

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